¿Cuántas tortillas pasan por nuestras manos cada año?
¿De cuántas de ellas sabemos el origen del maíz?
Si nos propusiéramos desarrollar el hábito de preguntar, de privilegiar la curiosidad y de fomentar las elecciones que beneficien a la milpa y los saberes ancestrales, estaríamos haciendo un acto cívico, una defensa de nuestro patrimonio ambiental y cultural desde la cotidianidad de nuestros consumos.
Si vivimos en este territorio y comemos tamales, gorditas, tlacoyos, tetelas, sopes, tlayudas, chilaquiles, totopos, enchiladas, sopa azteca, flautas, tostadas, quesadillas y tacos, el futuro del maíz originario y de la milpa también está en nuestras manos.
Desde N0VO queremos invitar a acciones y reflexiones que lleven a un consumo responsable y sostenible:
🌽 Compremos tortillas de maíces criollos para nuestras casas. De producciones artesanales y pequeñas, con marchantas que las hacen ellas mismas, en puestos de mercados y tianguis, de molinos dedicados a esta labor. Estarán comprando un producto de altísima calidad en sabor, textura, nutrición y cultura. Estarán apoyando la economía local, y la continuidad de las tecnologías y saberes ancestrales de la milpa y el nixtamal.
🚫 Evitemos comprar tortillas industrializadas. Estas provienen de monocultivos de maíz transgénico y tienen harinas añadidas que no aportan nutrientes. No le hacen bien ni a la tierra, ni a nuestra cultura gastronómica, ni al cuerpo.
🌽 Cuando consumamos productos derivados del maíz en restaurantes, fondas o puestos de comida, preguntemos de dónde viene el maíz que usan. Démosle preferencia a los lugares que cocinan con masa y tortillas de calidad, y que tienen información sobre el origen de las mismas. Pensemos por qué hoy se ha vuelto más común preguntar si un pan “es de masa madre” que si una tortilla es de maíz nativo y nixtamalizado.
🚫 Evitemos las taquerías y restaurantes que no sepan de dónde viene el producto que ofrecen, o que ofrecen productos industrializados. Es trabajo de los restauranteros y puestos callejeros tener buenos proveedores y buenos procesos.
Empecemos por informarnos para tomar mejores decisiones sobre cómo nos alimentamos y cómo contribuimos a que la milpa y los conocimientos que de ella emanan tengan el lugar que merecen.
Nuestros propósitos para el 2025
(y esperamos sembrar esa idea en ustedes):
1. Asegurarnos de que todas nuestras tortillas sean de las buenas.
2. Sembrar una milpa.
3. Comer más quelites y menos kale.
4. Tomar más pulque y menos kombucha.
5. Nixtamalizar al menos una vez.
Empecemos a tomar mejores decisiones por la milpa y por nuestra cultura.